La zona arqueológica de Zazacuala
Carlos Hernández Reyes/Investigador del Centro INAH Hidalgo
Zazacuala es una de las zonas arqueológicas más importantes del valle de Tulancingo.
Se localiza en el municipio de Santiago Tulantepec sobre un enorme pedregal volcánico que toma diversos nombres: El Pedregal, San Isidro, Medias Tierras, El Ahíla y Zazacuala. Este asentamiento prehispánico está formado por una serie de plazas cuadrangulares delimitadas por montículos y con un adoratorio central. Ocupa una superficie aproximada de 100 hectáreas. Se han identificado - en recorridos de personal del Centro INAH Hidalgo- más de 10 plazas ceremoniales de diferentes dimensiones.
Por el hallazgo de figurillas humanas modeladas en barro con los rasgos modelados “al patillaje”, es decir con bolitas de barro, y la presencia de vasijas de silueta compuesta (convexa y cóncava) podemos establecer que su ocupación se remonta al Horizonte Preclásico Superior de 500 a.C. a 100 d.C. Por lo que Zazacuala es contemporánea de sitios como Ticomán, Cuicuilco, Cerro de la Estrella, Tlapacoya, Cerro de Tepalcate y otros más del Valle de México. Se trata de aldeas que practicaban la agricultura, elaboraban cerámica, textiles y rendían culto a sus antepasados.
Entre 100 y 600 años d.C. Zazacuala está influida por la cultura teotihuacana. Aparece cerámica y figurillas teotihuacanas, se encuentran los cajetes de base plana, paredes divergentes y borde liso, con tres soportes de botón, en colores negro y café y con acabado de pulimento de palillos. También están presentes “floreros”, recipientes de base plana, cuerpo globular y alto cuello divergente de borde liso pintados de color negro. A este periodo corresponde el entierro radial encontrado durante la construcción de Lienzo Charro de Santiago Tulantepec y que fue explorado por los arqueólogos Florencia J. Müller y Cesar Lizardi Ramos. En este entierro apareció como figura central una escultura teotihuacana de piedra que representa a Huehuetéotl el viejo dios de fuego.
Los arqueólogos canadienses Michael y Elizabeth Snow, quienes hicieron estudios en Zazacuala, mencionan una plaza ceremonial que les recordaba la Ciudadela de la zona arqueológica de Teotihuacán, estado de México.
En el Periodo Epiclásico de 650 y 900 d.C. –final de la cultura teotihuacana- se han encontrado artefactos de una cultura local no identificada antes. La gente de esta cultura modeló vasijas cilíndricas de paredes muy cortas, casi verticales, y base plana áspera o rugosa, en colores café rojizo, negro y café; también aparecen cuencos semiesféricos pequeños, con base rugosa de barro negro y café.
A este periodo pudieran corresponder una serie de esculturas sedentes con las manos sobre las rodillas que ostentan tocados decorados con grecas en forma de “U”, gorros cónicos o simplemente mechones de cabello, y que hasta ahora han sido consideradas falsas. Sin embargo su presencia en diferentes zonas arqueológicas del Valle de Tulancingo y el hallazgo de una escultura de este tipo en Huajomulco que no ofrece, a mi juicio, dudas de su autenticidad nos ha convencido de que son piezas prehispánicas originales. Las hemos denominado por el sitio donde apareció la escultura que es sin duda original, esculturas estilo Huajomulco, y a la cultura que las manufacturó Cultura Epiclásica del Valle de Tulancingo. La arqueóloga Florencia J. Müller menciona algunas esculturas crudamente talladas de Huajomulco que pudieran ser de este estilo.
El arqueólogo Carlos R. Margain en 1939 localizo en El Pedregal una pirámide que los vendedores de piedra habían escombrado pero que poco después fue destruida.
Del Epiclásico es un brasero ceremonial cilíndrico de barro decorado con un personaje modelado aplicado; éste personaje es una advocación de Quetzalcóatl, como planeta Venus. Está representado de manera semejantes a como aparece en las estelas de Xochicalco, Morelos. Son probablemente los antecedentes de los bajorrelieves que decoran los frisos de la pirámide de los atlantes de la zona arqueológica de Tula Hidalgo.
En el Posclásico Temprano del 900 a 1300 d.C no hemos encontrado evidencias de ocupación tolteca. Tal vez la cultura que elaboró las esculturas Huajomulco continúo hasta el periodo tolteca habitando el valle.
Del Posclásico Tardío de -1300 a 1500 d.C. - abundan en Zazacuala cerámicas aztecas como la Tenochtitlan negro sobre naranja y Texcoco negro sobre rojo pulido, así como figurillas de barro. Entre éstas es notable una que representa a Xipe-Tótec “Nuestro Señor el Desollado “, dios azteca de la primavera, de la renovación de la cubierta vegetal de la tierra y de la metalurgia, también llamado Yopi el dios extranjero de la costa del Océano Pacífico. Finalmente durante los primeros años de la época colonial fueron modeladas en Zazacuala figurillas de tipo europeo que ostentaban sombreros.
En el museo local que se encuentra en Santiago Tulantepec se exhiben herramientas de obsidiana verde botella de Nopalillo, Epazoyucan y de basalto y un fragmento de vasija de tecali o alabastro. De obsidiana hay puntas de dardo y algunos núcleos prismáticos de donde por presión se obtenían navajas. Hay una punta de sílex blanco y otra de obsidiana rojiza llamada”meca”. También se exhiben esculturas antropomorfas y de animales, talladas en piedra y clavos arquitectónicos que son una especie de tejolotes que decoraban los frisos de las pirámides. Asimismo se exhiben hachas de piedra; también metates y sus manos, tallados en basalto. Es notable el hallazgo un recipiente de boca arriñonada con soporte pedestal que conserva, después de cientos de años, restos de copal que es una resina aromática imprescindible en las ceremonias religiosas indígenas dedicadas a los dioses prehispánicos. Zazacuala es una zona arqueológica, la segunda en importancia del Valle de Tulancingo, que debe ser protegida y estudiada.
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