RENACIMIENTO Y BARROCO


 RENACIMIENTO


El progreso de la vida urbana y del comercio hicieron que, en el siglo XV, las ciudades se convirtieran en las protagonistas de todos los ámbitos de la vida. Era en las ciudades donde la gente vivía, donde las imprentas difundían libros, donde la Iglesia tenía sus grandes catedrales, donde residían las ricas familias de mercaderes, donde se producían los cambios… a finales de la Edad Media, era la ciudad donde estaba la vida. Las ciudades eran centros políticos, religiosos, militares y culturales. En Italia, algunas de las ciudades más vibrantes y cosmopolitas eran Florencia, Roma o Venecia, y fue en ellas donde aparecieron los primeros talleres de maestros pintores.

Los pintores del Renacimiento dieron paso de la tabla al lienzo, y sustituyeron la técnica tradicional del temple por el óleo, que permitía mayores posibilidades plásticas y que ya se estaba utilizando en los Países Bajos por los maestros flamencos de la pintura gótica. Aun así, durante el Renacimiento los maestros italianos también trabajaron el fresco, creando grandes conjuntos murales. Trataron de crear composiciones simétricas y equilibradas, respondiendo a formas geométricas, y usaron un nuevo sistema de representación visual: la perspectiva, basada en la representación matemática de la profundidad de un espacio a través de líneas que convergen en un punto de fuga situado en el plano.

Durante el Renacimiento la pintura vivió una época de predominio de la línea sobre el color: el dibujo fue concebido como el padre de las artes visuales, y tanto en Florencia (Quattrocento) como en Roma (Cinquecento), predominó el dibujo en el contorno y diseño de las figuras, mientras se hizo un uso espontáneo del color. Sólo con la llegada de la escuela veneciana (Manierismo) el color comenzó a imponerse sobre el dibujo.

El Cinquecento es la cumbre del Renacimiento en lo que a pintura se refiere. Es un breve periodo de tiempo (1500-1520) en el que los más grandes maestros componen sus principales obras. La caída de la familia Médici supone la pérdida de poder de Florencia, que pierde el trono de centro cultural en favor de Roma. Es en esta ciudad donde, bajo el mecenazgo de los papas (Julio II y León X), los maestros pintores realizarán sus trabajos: Miguel Ángel, Rafael o Leonardo da Vinci son ejemplos de ello. También en Venecia encontraremos una importante -y diferenciada- producción de la mano de Tiziano.

La pintura del Cinquecento es muy diferente a la del Quattrocento: la perspectiva geométrica se sustituye por la perspectiva aérea, el rigor en la disposición de las figuras lleva a los pintores a adoptar composiciones piramidales, se busca dar una sensación de orden y equilibrio en los cuadros, el uso de la luz es distinto -ya no es una luz que ilumina directamente, sino a través de sombras-, aparecen la neblina y el crepúsculo, las formas se muestran más redondeadas y con sensación de volumen… etc.

Durante el Cinquecento adquiere relevancia el retrato, un género perfecto para dar forma al antropocentrismo del Renacimiento. Los reyes, papas, aristócratas y burgueses encargarán muchos retratos a los maestros pintores para decorar sus residencias.

Leonardo da Vinci es sin duda el personaje más famoso del Renacimiento. Su nombre ha traspasado los límites del arte y forma ya parte de la cultura popular. Prototipo del hombre humanista, se interesó por las matemáticas, la astronomía, la hidrodinámica, la óptica, la botánica y la anatomía. Además de hacer estudios en todas esas ramas del saber, Leonardo tuvo tiempo para inventar cantidad de herramientas y máquinas, escribir todo tipo de tratados… y dedicarse a la pintura. De su ingenio y pincel surgieron algunos de los cuadros más famosos de la historia, como La Gioconda (1503) o la Última cena (1497).

El éxito de Da Vinci -todavía en la actualidad- se debe no sólo a su calidad pictórica (fue un maestro de la tonalidad, la simetría, el retrato o la perspectiva), sino también al halo de misterio que envuelve sus obras. Muchas de ellas se pueden leer con doble sentido, tratando de descubrir el mensaje o mensajes que el genio escondió tras la pintura. Los significados ocultos en La virgen de las rocas y en la Última cena son analizados en el artículo de VENTURA: ‘Obras de arte con mensajes secretos’.

La Anunciación de Leonardo Da Vinci, 1475. Conservada en la Galería de los Uffizi, en Florencia.


Manierismo

Con la obra de Rafael, Leonardo y Miguel Ángel se había llegado a la perfección. Lo que viniera después ya no serían capaces de superar la calidad del Cinquecento, sólo podrían intentar imitarlos. Los pintores de generaciones futuras tendrían que pintar a la maniera de los grandes maestros del Alto Renacimiento, y así se llegó al manierismo. Durante esta etapa que ocupó el resto del siglo XVI se cambió completamente la lógica pictórica anterior: ya no se intentaba representar la realidad de manera naturalista, sino que se deformaba caprichosamente de manera extraña, los cuadros ya no transmiten orden, las figuras adoptan posturas complicadas, se las representa de manera desproporcionada, la luz pasa a ser fría y coloreada de manera antinatural, los colores no se apoyan en gamas y se enfrentan entre sí de manera brusca… Por todo ello el manierismo se entiende como una reacción «anti-Clásica», que rompe la armonía. Es complicado interpretar los cuadros manieristas, porque tras sus extrañas composiciones se esconde un refinamiento intelectual muy profundo.

Miguel Ángel tuvo una enorme influencia sobre el manierismo, especialmente con su fresco de El Juicio Final (1537), donde aparecen las ideas de desorden, expresividad, espontaneidad, figuras retorcidas y mucho dramatismo. Las obras de los autores manieristas cambian el equilibrio del Cinquecento por la tensión, y el cromatismo suave por uno intenso. Así se observa en el trabajo de Tintoretto, alumno de Tiziano.

Tintoretto supo explotar el uso de las luces y las sombras que había aprendido de su maestro y consiguió crear escenas llenas de energía y dramatismo, con efectos de luz espectaculares y un uso alternativo de la perspectiva. En su Última cena (1592), Tintoretto rompe la tradición de la simetría alrededor de Jesús y plantea una acción en movimiento, desordenada, caótica y acompañada por seres fantásticos que sobrevuelan por el techo. Es una obra oscura y sombría, en el interior de una taberna, iluminada únicamente por una lámpara y por la aureola de Jesucristo. En los colores observamos una tonalidad que nos adelanta la próxima fase que atravesará la pintura: el barroco.

La última cena (Tintoretto, 1592)

Siguiendo con el antinaturalismo encontramos en la obra de El Greco un buen ejemplo de manierismo. Doménikos Theotokópoulos nació en la isla de Creta, en Grecia, y por su origen fue conocido y rebautizado como «El Greco». Sus pinturas son especialmente innovadoras, y presentan rasgos totalmente característicos. Es muy fácil detectar un cuadro de El Greco: sus colores intensos, sus figuras alargadas, y sus escenarios mágicos e irreales nos dan la pista para saber cuándo el griego está detrás de una obra. Por salirse de la ortodoxia de la época, algunos han etiquetado a El Greco como un protoexpresionista.

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